sábado, 29 de agosto de 2015

Controles para una eternidad

A un tripulante de vuelo se le puede hacer muy cuesta arriba el inicio de su actividad aérea real, si esta se convierte en un auténtico calvario para acceder a su puesto de trabajo, que es el avión.

Algunos aeropuertos no segregan correctamente los filtros entre tripulantes y pasajeros llegando a convertir en una auténtica aventura desesperante cada paso por ese aeropuerto.
Es más, algunos operadores aeroportuarios llegan a comercializar esos accesos y los saturan con pasajeros dispuestos a pagar un extra.
Y es que llegar a un filtro con una cola de 30 personas ajenas a la operación de vuelo necesita de una reflexión profunda.
Pasa en Tel Aviv.
Y lo peor de todo es que puedes entrar en un estado de ansiedad creciente, ya que en lugar de llegar el primero a la puerta de embarque, llegas el último y con la mirada inquisitorial de algunos pasajeros con ganas de salir lo antes posible.
Al final es la tripulación la que asume directamente esa ineficiente gestión aeroportuaria hacia las tripulaciones de vuelo.
Como todos los tripulantes queremos minimizar los efectos de una posible demora aceleramos todas las gestiones, pero esa no debería ser la solución.

Buenos vuelos

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